Iba a jubilarse en agosto, pero una medida de Milei recortó sus esperanzas: “Ojalá tenga salud para seguir trabajando”
Por Manuela Castro, CNN en Español
Dos veces por semana, Nilda Rivadeneira sube a su bicicleta y pedalea al trabajo. Dice a CNN que le gustaría que fuera una bicicleta de mujer en lugar de una de hombre, pero la aprovecha luego de que su hijo, que ya no vive en casa, dejó de usarla. Aclara que, en un sentido, le conviene: al ser vieja y poco llamativa, pasa desapercibida, algo que la ayuda ya que atraviesa zonas inseguras.
Nilda trabaja limpiando casas por hora, a unos dos kilómetros de su hogar ubicado en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, y pedaleando se ahorra el gasto en transporte. Entre ese trabajo, otro al que va dos veces a la semana en colectivo y pedidos de costura que hace por su cuenta, logra un ingreso mensual de poco menos de US$ 300 (al tipo de cambio informal).
En agosto cumplirá 60 años, la edad de jubilación para las mujeres en Argentina, algo que le permitiría sumar otra entrada de dinero. Sin embargo, una medida dispuesta por el gobierno del presidente Javier Milei le impedirá acceder a la pensión.
El Plan de Pago de Deuda Previsional, conocida como moratoria previsional, fue una ley sancionada durante el gobierno del expresidente Alberto Fernández, en 2023, con una vigencia de dos años, es decir, hasta marzo de 2025, y prorrogable por dos más. Permitía que aquellas personas que no contaran con los 30 años de aportes necesarios para jubilarse ―en el caso de las mujeres a partir de los 60 años y en los hombres, desde los 65― pudieran tener un plan de pagos de hasta 120 cuotas mediante un descuento directo de la jubilación para completar esa deuda y así obtener el retiro.
En octubre pasado, durante la presentación del presupuesto 2025, el gobierno anunció que no estaba asignado ningún gasto para su renovación, por lo que no existía voluntad de prórroga.
Cuando Nilda terminó la escuela secundaria ingresó en la carrera de docencia, pero rápidamente tuvo que abandonar. “Me casé muy joven y a los 20 años fui mamá. Por eso dejé de estudiar, tuve tres chicos sin mucha diferencia de edad y me tenía que ocupar de la familia”, recuerda. Tiempo más tarde llegó un cuarto hijo, pero más allá de los años que dedicó exclusivamente a la crianza, Nilda repasa sus cálculos y suma 17 años en empleos formales y casi 20 bajo esquemas de precariedad. Aun así, no alcanza los 30 años de aportes computables que exige la ley.
Según los últimos datos oficiales, el 36,1% de los argentinos tiene un trabajo precario, es decir, que sus empleadores no realizan pagos al sistema de retiro. Y, de acuerdo con un informe gubernamental de 2023, el sector de empleo doméstico ―conformado casi íntegramente por mujeres― registra tasas de informalidad muy superiores, cercanas al 75%. Nilda forma parte de estas estadísticas.
“Nos dicen: ‘No te jubilás porque no tenés los años aportados’, pero sí tenemos los años trabajados. Lo que pasa es que los empleadores, si vos vas y les planteás la situación, te dicen: ‘Si vos te vas, tengo 10 personas atrás tuyo’. Entonces, también te desmoralizan con eso”, dice.
Según sus averiguaciones, a Nilda le falta aportar más de US$ 5.000 para jubilarse. Sin la ley, debería pagar la totalidad antes de agosto. “Es imposible, imposible. Así mis hijos me ayudasen, no lo puedo pagar”, se lamenta.
Desde hace algunos meses, adultos mayores se congregan los miércoles por la tarde frente al Congreso, en Buenos Aires, para protestar contra políticas gubernamentales y el ajuste sobre sus pensiones. Dos semanas atrás, una protesta de jubilados a la que se sumaron hinchas de fútbol e integrantes de organizaciones sociales y políticas acabó con un violento enfrentamiento entre la Policía y los manifestantes; hubo más de 100 detenidos y un fotoperiodista quedó herido de gravedad y sigue hospitalizado.
Como parte de los recortes que lleva adelante el gobierno, Milei vetó en septiembre una ley que compensaba la pérdida adquisitiva de las pensiones frente a la inflación, establecía que la jubilación mínima no podía ser inferior a 1,09 canastas básicas y proponía un sistema de ajustes basado en la evolución de los precios y los salarios.
Actualmente, la jubilación mínima, con un bono adicional, no llega a los US $300 y las pensiones se actualizan mensualmente de acuerdo con la inflación.
De acuerdo con la organización de análisis Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), el sistema previsional argentino destaca por su amplia cobertura, con el 95% de los mayores de 65 años como beneficiario de alguna pensión, pero con la contracara de un gasto público que equivale al 10% del Producto Interno Bruto (PIB), con base en datos del año pasado.
El último informe de seguridad social, de septiembre pasado, contabiliza 7,8 millones de jubilados y pensionados. De ellos, el 22% obtuvo pensiones no contributivas, un beneficio que no requiere que se hayan hecho aportes a lo largo de la vida. Del 78% restante, es decir, 6,1 millones que sí tienen una prestación dependiente de los aportes realizados, solo 2,2 millones no necesitaron acceder a una moratoria para jubilarse.
Si no pudiera jubilarse, Nilda todavía podría acceder a una pensión universal para el adulto mayor (PUAM) que equivale a un 80% de una jubilación mínima, es decir, unos US$ 220 al mes y cobertura de salud.
Sin embargo, el abogado previsional Christian González D’Alessandro dice a CNN que, de esta manera, “indefectiblemente, termina subiéndose la edad de una prestación para la mujer”, que en el caso de la jubilación es a partir de los 60 años, pero a la PUAM se accede recién a los 65.
Además, Nilda perdería todos los aportes que realizó durante sus años de trabajo formal y la posibilidad de seguir trabajando y aportando, si sus actuales empleadores regularizaran su situación. Tampoco podría cobrar otro tipo de pensiones, por ejemplo por viudez.
Nilda sigue casada y es abuela de cinco nietos. Se siente afortunada. Más allá de algún dolor muscular aislado por el uso de la bicicleta, no suele sentir molestias físicas ni tiene enfermedades crónicas que le impliquen un gasto regular en medicamentos.
Con sus ingresos y los de su marido, logran pelear la diaria, pero así y todo, le gustaría poder invitar a sus hijos a comer y cubrir los gastos o llevar cada tanto a sus nietos al cine.
“Ojalá, más allá de tener un dolor de cabeza o un cansancio, pueda seguir teniendo salud para seguir trabajando”, responde sobre su futuro.
The-CNN-Wire
™ & © 2025 Cable News Network, Inc., a Warner Bros. Discovery Company. All rights reserved.