Si tu perro se parece a ti, puede haber una razón psicológica
Por Jacqueline Howard, CNN
Los fans de Disney probablemente recuerden la escena de la clásica película de 1961 “101 dálmatas” en la que el dálmata Pongo está sentado junto a una ventana, observando a otros perros y a sus dueños pasar por fuera.
Cada perro que pasa se parece increíblemente a su dueño.
Los perros que se parecen a sus dueños humanos también se han observado en investigaciones. En un estudio publicado en 2015, las mujeres con pelo largo tendían a preferir perros con orejas igual de largas, y las mujeres con peinados cortos preferían perros con orejas puntiagudas.
Los expertos dicen que este fenómeno psicológico es el resultado de que los humanos preferimos mascotas, personas o incluso objetos que se parezcan a nosotros mismos. Al fin y al cabo, estamos expuestos a nuestras propias caras a diario en el espejo. Si elegimos un perro que se parece a lo que vemos en nosotros mismos, puede ser reconfortante. Los rasgos del perro pueden resultarnos familiares.
“Digamos que estás en un refugio y estás mirando muchas opciones potenciales diferentes. No pasas necesariamente mucho tiempo intentando averiguar qué características quieres de cada perro. Es más una sensación general, y cuando tienes esas sensaciones generales, tienes que entender qué las impulsa. Una de las cosas que impulsa la sensación de que algo es deseable es que nos resulte familiar”, explicó Art Markman, científico cognitivo y vicerrector de Asuntos Académicos de la Universidad de Texas en Austin.
“Hay muchas formas de que algo te resulte familiar, una de ellas es que de niño tuvieras un perro igual”, dijo Markman. “Pero otra cosa que puede hacer que algo te resulte familiar es que se parezca a algo con lo que te has encontrado antes, por ejemplo, a ti mismo”.
El perro puede tener el pelo como el tuyo o la misma mirada interrogante, comentó Markman.
“Sea lo que sea, es algo que reconoces”, añadió. “Ese destello de reconocimiento te da la sensación de que es algo con lo que resuenas, lo que puede aumentar la probabilidad de que elijas algo sin darte cuenta de que lo has elegido, en parte, por su parecido contigo mismo”.
En otro estudio, publicado en 2004, unos desconocidos que observaron a 45 perros y sus dueños fotografiados por separado fueron capaces de emparejar a los perros de raza con sus personas, basándose únicamente en las imágenes.
“Nuestra investigación demostró que las personas eran capaces de emparejar fotos de perros y dueños juntos en un porcentaje superior al azar. Sin embargo, esto sólo funcionaba cuando el perro era de raza pura. Creemos que esto se debe probablemente a que los perros de raza son predecibles tanto en su aspecto como en su temperamento. Esto permite a la gente elegir el perro que mejor se adapte a su aspecto, personalidad y nivel de actividad”, dijo en un correo electrónico Michael Roy, autor del estudio y profesor de psicología del Elizabethtown College de Pensilvania.
“El parecido entre el perro y el dueño puede ser a nivel físico –se parecen– o a nivel general –este parece el tipo de persona que tendría ese tipo de perro–”, escribió. “Por ejemplo, podría coincidir con alguien que parece extrovertido y amante de las actividades al aire libre con un labrador frente a un chihuahua”.
Algunos expertos afirman que este es un ejemplo del “efecto mera exposición”, un fenómeno psicológico en el que las personas prefieren cosas a las que han estado expuestas, y esto puede ir más allá de los perros de compañía. Otro ejemplo es el de las personas que son más propensas a disfrutar de una canción si han escuchado antes música similar.
“Piénsalo así: cuando vas a un concierto de rock, en algún momento del concierto, el grupo toca una canción que ha sonado recientemente en la radio y el público enloquece”, señaló Markman. “La multitud enloquece no porque esa sea objetivamente la mejor canción de la banda, sino porque es la canción más familiar de la banda”.
Otro estudio, publicado en 2014, descubrió que los observadores eran capaces de emparejar a los propietarios de autos con las vistas frontales de sus vehículos porque se parecían. Incluso con los productos de consumo, las personas tienden a sentirse más atraídas por algo cuando están más expuestas a ello.
“Cuanto más vemos u oímos algo, más tiende a gustarnos. No explicaría necesariamente por qué te puede gustar un perro en particular, pero puede explicar las tendencias en la tenencia de perros. Si la mayoría de la gente que te rodea tiene labradores, puede que te gusten más porque los ves a menudo, con lo que aumentan tus posibilidades de tener uno también”, explicó Roy en el correo electrónico.
Según los investigadores, el fenómeno solo parece darse cuando se elige un perro como compañero personal, no cuando se escoge uno para una ocupación, como trabajar en un departamento de policía o en una granja. Esto podría deberse a que, en las decisiones relacionadas con la ocupación, se dedica más tiempo e investigación al proceso de selección.
“Parece que hay dos sistemas subyacentes en nuestra forma de pensar. Uno de ellos es un sistema de juicio rápido e intuitivo, y el otro es un sistema más lento y deliberativo”, dijo Markman.
“Estos efectos, como el de la mera exposición, tienden a influir en las decisiones que tomamos basándonos en ese sistema más rápido e intuitivo”, indicó. “Cuando te permites ser más lento, ser más deliberativo, anotar realmente los puntos fuertes y débiles de la decisión que estás tomando, y en la medida en que intentas confiar en otras opiniones de expertos, obtendrás una menor influencia de factores como el efecto de mera exposición”.
Según Klause Jaffe, científico de la Universidad Simón Bolívar de Venezuela, esta atracción intuitiva hacia las cosas que nos resultan familiares o se parecen a nosotros mismos, que se conoce como “búsqueda del semejante”, puede producirse no solo a la hora de elegir una mascota, sino también un compañero humano.
Jaffe ha investigado cómo los humanos eligen a sus perros de compañía basándose en un fenómeno conocido como apareamiento asortativo, que se ha estudiado experimentalmente entre diversas especies e incluso plantas. Parece que los principios que rigen este fenómeno son los mismos tanto si se aplica a las relaciones humanas como a las que se establecen entre animales y humanos; la similitud o la familiaridad juegan un papel clave.
“Para que los organismos sexuales tengan éxito, tienen que elegir una pareja que se les parezca de algún modo”, dijo Jaffe. “Si un burro intenta aparearse con una vaca, no pasa nada.
“Del mismo modo, atraemos a parejas que reflejan algunas de nuestras características, y esto ocurre al margen de la raza, el color de la piel y la orientación sexual de alguien”, dijo. Las similitudes entre las parejas pueden ir más allá de la apariencia y tener gestos familiares, experiencias, educación, gustos similares en moda o incluso hábitos cotidianos.
Según los investigadores, no importa lo intrincado o el tipo de relación, la teoría parece seguir aplicándose.
“La relación que encontramos entre perros y dueños es como otras relaciones. El mejor indicador para mantener amistades y relaciones románticas es la similitud”, dijo Roy. “Nos rodeamos de personas que se parecen a nosotros de alguna manera”.
Así que cuando se enfrentan a esa decisión de elegir una mascota, las personas no deben preocuparse ni estresarse por el papel que pueda desempeñar el efecto de mera exposición u otros fenómenos psicológicos, comentó Markman.
“Si tu decisión se ve impulsada en parte porque la mascota te resulta familiar, y eso ocurre porque se parece un poco a ti, no es algo malo”, agregó. “No creo que la gente deba sentirse avergonzada de que eso haya influido de alguna manera en su decisión. Creo que si eso va a hacer que quieras más a la mascota, oye, mucho mejor”.
The-CNN-Wire
™ & © 2025 Cable News Network, Inc., a Warner Bros. Discovery Company. All rights reserved.