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OPINIÓN | La mujer, el arte y los crímenes de guerra

CNNEE

Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion

La pequeña hija está en el colchón, muerta.

¿Cuántos han estado en ella? Un pelotón, compañía, ¿tal vez?

Una niña ha sido convertida en mujer,

una mujer se convirtió en cadáver.

“Noches prusianas”

Alexander Solzhenitsin

(CNN Español) — El abuso a la parte sensible y sublime de un país, la violación de mujeres y niñas, el saqueo del patrimonio sentimental de un pueblo, la pérdida de su memoria, el pisoteo de sus valores y la desaparición del respeto a esta parte sofisticada de una nación son algunos de los crímenes irreparables que ocasionan las guerras. Matar a un ser que nos da la vida es, de cierto modo, cortar el cordón umbilical con la humanidad.

Aunque cerremos los ojos, aunque busquemos un por qué sin resultados, estas imágenes quedarán grabadas para siempre en tu memoria:

El horror en los rostros

Marina Sochenko es una artista visual ucraniana que, en 2014, durante el conflicto con Rusia que antecede a esta guerra, pasó días tensos pintando en la plaza de la Independencia de Kyiv como una forma de protesta. Cuando una mujer no duerme sus ideas más recónditas saltan como peces a la superficie. Será por eso que Sochenko, quien solo pintaba flores, empezó a recrear el horror sobre los rostros que pasaban a su lado.

Arte en llamas

El diario independiente Kyiv denunciaba hace pocos días el ataque de los invasores rusos al museo de la artista Mariia Prymachenko, trascendente figura de la cultura autóctona ucraniana. Esta casa, hoy reducida a cenizas, está en la tierra de la pintora fallecida en 1997, ubicada en la localidad de Ivankiv, en la región de Kyiv. En el fuego se perdieron joyas pictóricas hechas por la mano de esta sensible mujer, considerada una fiel representante del arte naíf internacional y una de las más reconocidas pintoras ucranianas del siglo XX. La destrucción de su obra la comparan con las quemas de obras de artes en época soviética.

Historia de la barbarie en el arte que genera la guerra

Sobre quemas, censura y secuestros de obras pictóricas, recordamos al empresario moscovita Sergei Shchukin, próspero textilero ruso, que al convertirse en coleccionista impulsó con éxito el desarrollo de la vanguardia francesa., Lamentablemente, su enorme colección no fue bien recibida por los bolcheviques, quienes lo persiguieron incansablemente. Así fue como Shchukin se vio obligado a dejar sus obras atrás para exiliarse en París y en 1936 murió en el destierro, bajo el triste manto del anonimato. Su colección, que contaba con obras trascendentales de Monet, Gauguin, Van Gogh y Picasso, entre otros grandes maestros, fue nacionalizada por Lenin tras la Revolución rusa y al llegar Stalin al poder, algunos medios internacionales reflejan que había ordenado quemarla por considerarla un síntoma de decadencia burguesa, pero al final decidió dividirla caprichosamente entre dos museos –el Hermitage de San Petersburgo y el Pushkin de Moscú–, donde permaneció oculta en sus bodegas. Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas de ocupación soviéticas quemaron y secuestraron obras de grandes artistas. Hay mucha literatura, cine y testimonios historiográficos que cuentan y prueban estas terribles acciones. Algunos tienen final feliz, pero otras desaparecieron en sótanos o incendios. En 2013, la entonces canciller de Alemania Angela Merkel emplazó públicamente al presidente de Rusia Vladimir Putin, al exigir que el arte alemán decomisado por los soviéticos tras la Segunda Guerra Mundial fuera devuelto a Alemania, reclamo al que el líder ruso se opuso rotundamente.

Aplausos que silenciarán las bombas, solo por unos minutos

Olga Smirnova, estrella del canónico ballet Bolshoi de Moscú, deserta tras denunciar la invasión rusa de Ucrania con una frase memorable: “Se ha trazado una línea”.

Smirnova se unió a esta compañía en 2011 y en ella ha interpretado grandes roles como “Giselle” y “El lago de los cisnes”, entre otros, pero hoy su conciencia la lleva a tomar esta clara y valiente determinación.

Nacida en San Petersburgo, de abuelo ucraniano, la artista profundiza en el verdadero origen de esta guerra y se confiesa ante el mundo: “Nunca pensé que me avergonzaría de Rusia”.(…) “Me duele que la gente muera, que la gente pierda el techo sobre sus cabezas o se vean obligados a abandonar sus hogares. ¿Y quién hubiera pensado hace unas semanas que todo esto sucedería? Puede que no estemos en el epicentro del conflicto militar, pero no podemos permanecer indiferentes ante esta catástrofe global”. Tras percibir la sensibilidad de esta artista, no me la imagino interpretando grandes papeles en este lugar, sabiendo la carga simbólica que implica acompañar las determinaciones de un dictador como Putin. En su cuenta de Telegram, la virtuosa bailarina declaró estar “en contra de la guerra con todas las fibras de mi alma”.

Smirnova hizo un excelente “écarté” y sus pasos la han llevado hasta los Países Bajos. En un comunicado publicado este miércoles, el Ballet Nacional Holandés dijo que Smirnova había sido “recibida con los brazos abiertos”. Quienes amamos el ballet esperamos su gran debut de abril en la puesta en escena de “Raymonda”.

Olga es un ejemplo para muchas mujeres rusas que hoy se encuentran acalladas por el machismo de un tirano, pero en total desacuerdo con este fatídico desenlace, y es que este tipo de silencio hace un ruido abrumador.

Los rotundos aplausos a Olga en su nueva compañía silenciarán por unos minutos el sonido de las bombas rusas sobre el cielo de Ucrania.

Bombardeo al hospital

Empleados y voluntarios de emergencias ucranianos llevan a una mujer embarazada herida desde un hospital de maternidad que fue dañado por un bombardeo en Mariupol, Ucrania, el miércoles 9 de marzo de 2022. (AP Photo/Evgeniy Maloletka)

Los reporteros gráficos de guerra han creado toda una narrativa que muestra la corta distancia entre el abuso y el pánico. Ejemplo de ello es la foto de esta mujer ensangrentada, con la mirada perdida., Al inicio ella y su hijo sobrevivieron al bombardeo de un hospital maternoinfantil, Pero luego murieron a pesar del cirujano que intentó reanimarlos a los dos. Esta foto es historia pura y esta inocente, alcanzada en el interior de un centro médico, es hoy un cadáver más en la lista de víctimas arrasadas por las bombas.

Sobre héroes y tumbas

Darja Stomatova, reportera de una cadena afiliada de CNN, camina por Járkiv, develando una zona copada de cadáveres que destilan y hieden a su alrededor. Como en un filme de horror, esta valiente mujer describe y descubre al mundo verdaderas esculturas hechas de cuerpos inertes y armas abandonadas. La triste realidad que se vive en Ucrania.

Estas son las imágenes de la destrucción en Járkiv, Ucrania 3:20

Días después una colega ucraniana, Olesksandra “Sasha” Kuvshynova, “brillante y llena de vida”, muere reportando un ataque cerca de Kyiv.

Mueren 2 periodistas de Fox News en ataque cerca de Kyiv 1:54

Un mensaje de solidaridad

Marina Abramovic, de origen serbio, es sin dudas, una de las artistas femeninas más trascendentales del arte contemporáneo universal. Ella conoce muy bien el desastre que generan las guerras, y en este video se expresa con absoluta solidaridad a sus colegas artistas ucranianos, con quienes ha colaborado recientemente.

El arte en las tapas y en los muros

“Motherland” (Madre patria) es la última portada de la revista The New Yorker. Una mujer es quien la firma. Se trata de la ilustradora valenciana Ana Juan y su excelente obra muestra a una madre que abraza y protege a sus dos hijos. Detrás de ella, un soldado ucraniano vigila la huida de decenas de personas que se alejan de un edificio en llamas.

Inside this week’s issue of The New Yorker: https://t.co/VkCcUjjg8P pic.twitter.com/ck8OfrNu9r — The New Yorker (@NewYorker) March 14, 2022

En las paredes y murales de varias partes del mundo, cientos de artistas expresan su sentir, interviniendo con pinturas y grafitis las avenidas para denunciar la invasión rusa de Ucrania. No por casualidad, son las mujeres el eje de estos dibujos, y al caminar bajo los rostros femeninos nos sentimos trastornados por la impotencia de este acto, pero sobre todo, comprometidos por el futuro de quienes luchan o se encuentran atrapadas en esta pesadilla. Entonces me pregunto:

¿Qué será de las mujeres que se oponen a las órdenes de Putin, qué será de las rusas, ucranianas, qué será de las artistas, reporteros, soldados, madres, esposas e hijas que se enfrentan a ese poder descomunal, qué será del arte y sus artistas, de la memoria del mundo intervenido por las armas, qué será de nosotras mismas mañana si hoy cerramos los ojos ante esta ignominia?

Por favor, compartan las imágenes de estas artistas y reporteras. Es el único modo de visibilizar el crimen que nos ha tocado presenciar. Nadie está a salvo.

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