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Cómo el gobierno de Biden está analizando silenciosamente las relaciones con Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos para contrarrestar el aumento de los precios del petróleo

Alexandra Ferguson

Washington (CNN) — Un esfuerzo diplomático intenso y extremadamente cauteloso por un equipo central de funcionarios de energía y seguridad nacional de Biden para aumentar la producción mundial de petróleo en medio de la subida de los precios por la guerra de Rusia en Ucrania ha fomentado un cauto sentido de optimismo dentro de la Casa Blanca.

Los dos principales objetivos del esfuerzo, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, han mantenido relaciones frías con Estados Unidos desde que Biden asumió el cargo. Ambos países son miembros de la OPEP, el poderoso bloque de 13 países que juntos controlan el 40% de la producción mundial de petróleo. Y ambos estaban en términos más amistosos con la administración de Trump.

Pero en el último mes, los funcionarios de Estados Unidos dicen que se han hecho progresos y puede haber pruebas de que el trabajo diplomático está empezando a dar frutos.

Este miércoles, el embajador de los EAU en Washington Yousef Al Otaiba dijo en exclusiva a CNN que el país quiere aumentar la producción de petróleo y que animará a la OPEP a aumentar su oferta. Los comentarios se produjeron después de semanas de mensajes públicos de la OPEP de que el bloque no iba a aumentar su producción y provocaron la mayor caída de los precios del petróleo en un solo día en casi dos años.

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Dentro de la Casa Blanca, los comentarios resonaron en el Ala Oeste y alimentaron la sensación de que las cosas se estaban moviendo en la dirección correcta, según los funcionarios.

Los funcionarios de Biden sostuvieron conversaciones diplomáticas este mes en Venezuela, país rico en petróleo, aunque desde entonces la administración ha restado importancia a la idea de un aumento de la producción en este país fuertemente sancionado. La posibilidad de un inminente acuerdo nuclear con Irán podría desencadenar que llegue una oleada de petróleo iraní de nuevo al mercado, pero no se ve como una solución a corto plazo dentro de la Casa Blanca.

La realidad es que la mayor parte de la capacidad de petróleo sobrante a la que aspiran los funcionarios estadounidenses del sector energético procede de Medio Oriente. En particular, los funcionarios y los actores del mercado opinan que la forma más rápida de introducir la mayor cantidad de petróleo en el mercado es mediante el aumento de la producción de Arabia Saudita.

Para que eso ocurra, los funcionarios estadounidenses son conscientes de que tienen que abordar lo que ha sido una relación muy tensa entre el presidente Joe Biden y el príncipe heredero de Arabia Saudita Mohammed bin Salman, el líder de facto del reino conocido coloquialmente como MBS. Desde los primeros días de la administración de Biden, los saudíes se han sentido personalmente menospreciados por lo que, según ellos, ha sido la decisión del presidente de calibrar toda la relación en torno al asesinato del periodista Jamal Khashoggi del diario The Washington Post en 2018.

“Es difícil llegar a un lugar mejor sin tratar con MBS”, explicó un funcionario estadounidense familiarizado con el asunto. “No hay otra forma de hacerlo”.

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Una llamada crítica

Cuando los funcionarios estadounidenses finalmente abordaron la posibilidad de una llamada entre Biden y MBS a finales de enero, los funcionarios saudíes propusieron, en cambio, poner a Biden al teléfono con su padre de 86 años, el rey Salman, el líder oficial del reino y la persona que Biden había identificado a principios de su primer año como su contraparte directa.

Sería su primera conversación en 12 meses.

Sin embargo, los funcionarios implicados en el asunto señalan lo que ha ocurrido desde entonces como una ventana a una relación que, aunque sigue siendo compleja, ha mostrado signos de estabilización en un momento crítico.

MBS, que tenía previsto viajar a Beijing para asistir a las ceremonias de inauguración de los Juegos Olímpicos de invierno en el momento de la llamada, canceló su viaje por “motivos de agenda”, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de China. La verdadera razón, según dijeron a CNN dos fuentes de la región informadas sobre el asunto, fue al menos en parte para que MBS pudiera asistir a la llamada entre su padre y Biden.

Aunque no está claro si estaba en la sala, MBS escuchó la llamada, pero no habló, dijeron las fuentes.

La Embajada de Arabia Saudita en Washington no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios.

El príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman

La llamada del 9 de febrero incluyó una discusión sobre cómo garantizar la estabilidad del suministro mundial de petróleo, según un funcionario estadounidense, y puso en marcha un viaje a Arabia Saudita de dos altos funcionarios de Biden.

Tres días más tarde, Brett McGurk y Amos Hochstein, los principales embajadores de Biden en materia de seguridad nacional y energía para la región, se encontraban en Riad, la capital saudí, para una reunión cara a cara durante horas con MBS y un séquito de altos funcionarios de Arabia Saudita, incluido el hermano de MBS, el príncipe Abdul Aziz bin Salman, ministro de Energía.

“Eso se estableció por la llamada”, dijo un alto funcionario de la administración sobre el viaje a Riad. “No se decidió de antemano”.

No hubo una petición explícita de aumento del suministro en esa reunión, dijeron los funcionarios. Pero con Rusia a pocas semanas de lo que la administración Biden había concluido que sería una invasión generalizada de Ucrania, la dinámica volátil de un mercado en crisis fue un foco central de la discusión.

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En los días siguientes, los funcionarios de la Casa Blanca se negaron públicamente a dar detalles específicos de las reuniones y se esforzaron por no caracterizar qué progresos se habían hecho, si es que hubo alguno.

Pero tras bambalinas, se habían sentado las bases de un proceso que ha continuado durante semanas.

Desde la reunión en Riad, el funcionario dijo que la administración y los saudíes han tenido “una serie de compromisos realmente productivos que siguen esa discusión en una agenda positiva que refleja la gama de cuestiones de importancia crítica en las que estamos comprometidos”. Esto incluye la energía, la seguridad regional y las cuestiones de desarrollo internacional, dijo el funcionario.

Los saudíes parecieron poner de relieve la relación de trabajo entre Estados Unidos y Arabia Saudita este jueves, al revelar públicamente que una operación conjunta saudí-estadounidense a principios de este año pudo sacar a dos niñas estadounidenses de Yemen de forma segura, según una fuente familiarizada con el asunto.

Aun así, otros funcionarios de Estados Unidos reconocen que la relación no está cerca de ser tan sólida como antes, y que requerirá una atención de alto nivel por parte del gobierno de Biden.

La agitación de los mercados

Cuando Rusia lanzó su invasión el 24 de febrero, Estados Unidos y una coalición de más de 30 países respondieron con amplias sanciones dirigidas a la economía del país.

Aunque las sanciones energéticas se dejaron deliberadamente fuera de la mesa en un esfuerzo por proteger a los aliados occidentales de las desestabilizadoras sacudidas de los precios, en particular en la Unión Europea, las sanciones agitaron un mercado en el que Rusia es el segundo mayor exportador del mundo.

Los productores rusos han tenido dificultades para cerrar nuevos pedidos de petróleo a raíz de las sanciones ya que los actores del mercado retroceden, cautelosos del alcance y la amplitud de las sanciones dirigidas al banco central del país y a sus mayores instituciones financieras.

Sin embargo, el efecto va más allá de la economía de Rusia. Rusia es miembro de la OPEP+, que se sitúa como el actor más crítico en el suministro del mercado. El presidente de Rusia Vladimir Putin conversó con MBS y con el jeque Mohammed bin Zayed al Nahyan de los EAU. Rusia señaló que no estaría a favor de un aumento de la producción, que se produciría en gran medida en detrimento suyo.

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Los miembros de la OPEP+ decidieron mantener el programa de suministro acordado en su reunión del 2 de marzo, una decisión que no sorprendió a los funcionarios de Estados Unidos.

Sin embargo, las repercusiones económicas que se han producido desde entonces han provocado una interrupción tangible del suministro.

A medida que las empresas energéticas mundiales han rechazado a Rusia, aunque su producción de petróleo se ha mantenido, gran parte de esos barriles rusos no han llegado al mercado. Se trata de una distinción crítica, aunque sutil, que los miembros de la OPEP podrían señalar en cualquier decisión futura de aumentar los objetivos de producción.

A principios de esta semana, EE.UU. prohibió las importaciones de petróleo ruso a su territorio, si bien representa apenas una pequeña parte de las exportaciones rusas, pero fue otra medida que provocó un enfriamiento en el mercado y contribuyó a la subida de los precios.

Se trata de una dolorosa realidad que ha sacado a relucir los meses de la silenciosa, pero urgente, labor de los funcionarios estadounidenses para conseguir una mayor producción de energéticos por parte de la industria y los países de todo el mundo.

Bajo la dirección de Hochstein, enviado del Departamento de Estado para asuntos energéticos, y de McGurk, se han llevado a cabo actividades de divulgación en Medio Oriente, Asia y el norte de África, así como intensas conversaciones con los productores estadounidenses.

A medida que el aumento de los precios ha hecho mella, la naturaleza silenciosa de esos esfuerzos ha dado paso a un mensaje público directo.

“Queremos más oferta de petróleo en el mundo”, dijo Daleep Singh, vice consejero de Seguridad Nacional de Biden para la economía internacional y uno de los funcionarios que dirigen la respuesta de Estados Unidos, en el programa New Day de CNN el 9 de marzo. “Lo queremos de productores con extra capacidad”. Singh señaló explícitamente que Arabia Saudita es uno de esos productores.

Prueba de estrés de los EAU

Los Emiratos Árabes Unidos son otro de los productores con capacidad petrolera sobrante. Pero también es un aliado tradicional del Golfo que ha tenido una relación cada vez más tensa con EE.UU. desde que Biden asumió el cargo.

El país se sintió especialmente desairado por EE.UU. cuando no hubo un gran apoyo hacia ellos tras el letal ataque con drones en los EAU en enero, llevado a cabo por los militantes hutíes respaldados por Irán, según explicó un funcionario estadounidense.

También les preocupa que un posible acuerdo nuclear revivido con Irán sea demasiado débil y que, por tanto, faculte a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés).

Cuando Biden envió a sus asesores de alto nivel a Arabia Saudita, McGurk incluyó una parada en los EAU, donde se centró especialmente en Yemen, con un esfuerzo por subrayar el apoyo de Estados Unidos a la defensa territorial del país contra los ataques con misiles y vehículos aéreos no tripulados de Irán, dijeron los funcionarios.

Al igual que con los saudíes, McGurk discutió “la necesidad de combinar la presión sobre los hutíes en Yemen con un esfuerzo concertado liderado por la ONU para poner fin a la guerra”, dijo la Casa Blanca en una descripción del viaje.

Las señales de tensión han sido claras tras la invasión rusa.

Los Emiratos Árabes Unidos se abstuvieron de una resolución liderada por Estados Unidos para condenar la invasión rusa de Ucrania en el Consejo de Seguridad de la ONU, en gran parte debido a la frustración sobre Yemen, según los funcionarios.

Otaiba expuso entonces la dinámica inestable en unas declaraciones públicas en las que señaló que la relación “tiene días fuertes en los que la relación es muy saludable y días en los que la relación está en entredicho”.

“Hoy estamos pasando por una prueba de estrés, pero confío en que saldremos de ella y llegaremos a un lugar mejor”, añadió.

Sin embargo, fueron los comentarios de Otaiba del miércoles los que primero hicieron que los mercados se desplomaran y demostraran una posible evidencia de que los esfuerzos diplomáticos de la administración de Biden estaban empezando a dar frutos.

Aunque los EAU señalen que apoyarán el aumento de la producción, el país también ha dejado claro que tendrá que cumplir las normas de la OPEP, que exigen que todos los países apoyen cualquier medida para aumentar la oferta.

El ministro de Energía de los EAU, apenas unas horas después de los comentarios de Otaiba, pareció retractarse, pero nunca contradijo abiertamente lo que Otaiba había dicho.

En cambio, dejó claro el apoyo de los EAU a operar dentro de las directrices de la OPEP.

“Los Emiratos Árabes Unidos están comprometidos con el acuerdo de la OPEP+ y su mecanismo de ajuste de la producción mensual”, dijo Suhail Al Mazrouei en Twitter, en lo que pareció ser un esfuerzo por tranquilizar a sus colegas.

La próxima reunión de la OPEP+ está prevista para el 31 de marzo.

— Natasha Bertrand contribuyó con este reportaje.

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