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ANÁLISIS | Lo que un histórico intercambio de prisioneros significa para la Rusia de Vladimir Putin

Alexandra Ferguson

(CNN) — La liberación por Rusia del periodista del diario The Wall Street Journal Evan Gershkovich, del ex infante de Marina estadounidense Paul Whelan y de la periodista rusoestadounidense Alsu Kurmasheva es motivo de celebración. Los tres fueron liberados como parte de un amplio intercambio de prisioneros en el que también fueron liberados el destacado líder de la oposición rusa Vladimir Kara-Murza y otros opositores a la guerra de Rusia contra Ucrania.

Pero los rusos también pueden cantar victoria. No fue un episodio sacado de un thriller al estilo de John le Carré, con espías de ambos bandos intercambiándose a través de un puente. En lugar de ello, el Kremlin recogió garantías humanas, periodistas y figuras de la oposición, tanto rusos como extranjeros, para garantizar la liberación de rusos que aparentemente servían a los intereses del Estado.

Quién es Paul Whelan, el ex infante de Marina detenido por cinco años en Rusia y liberado en un intercambio de prisioneros

Entre los que regresan a Rusia hay hackers condenados y varios ciudadanos rusos detenidos en Occidente por espionaje. Y el mayor premio para Rusia fue el regreso de Vadim Krasikov, sicario convicto cuya liberación había solicitado públicamente el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Krasikov fue condenado por un tribunal alemán por el asesinato en 2019 de Zelimkhan “Tornike” Khangoshvili, de etnia chechena y nacionalidad georgiana, en un parque de Berlín. En una entrevista en febrero con la personalidad mediática de derecha Tucker Carlson, Putin presentó el asesinato de Khangoshvili como un servicio público, describiendo a Krasikov como “un hombre que, por razones patrióticas, eliminó a un bandido”.

Krasikov fue condenado por un tribunal alemán por el asesinato en 2019 de Zelimkhan “Tornike” Khangoshvili. Crédito: Policía de Berlín

La liberación de Krasikov y otros acusados de espionaje parece enviar un mensaje familiar. “Si trabajas para nosotros, al final serás recompensado y protegido. Y si nos traicionas, nuestros recuerdos son largos”.

Tomemos el caso de Viktor Bout, el ruso que fue canjeado en 2022 por la estrella del baloncesto Brittney Griner. Descrito como “uno de los traficantes de armas más prolíficos del mundo” por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, y la inspiración para el antihéroe de la película de Hollywood “Lord of War”, durante mucho tiempo se sospechó que Bout tenía vínculos con los servicios de inteligencia rusos.

Tras su regreso a Rusia, Bout encontró un lugar en la política, ganando un escaño en una legislatura regional. Tuvo entrevistas halagadoras en la prensa y apareció en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, la tertulia anual favorita de Putin y la élite rusa.

Estados Unidos y Rusia llevan a cabo un intercambio masivo de prisioneros que incluye a Evan Gershkovich y a Paul Whelan

Anna Chapman, una de los 10 agentes durmientes rusos deportados de Estados Unidos en un intercambio de prisioneros en 2010, también fue festejada a su regreso a Rusia. Fue elegida miembro de una junta progubernamental. También lanzó su propia línea de ropa.

Chapman y otros nueve “ilegales” fueron canjeados por cuatro personas, entre ellas el exagente de inteligencia militar ruso Sergei Skripal, condenado por espiar para el Reino Unido.

Skripal y su hija Yulia sobrevivieron al envenenamiento con el agente neurotóxico Novichok en la ciudad catedralicia inglesa de Salisbury en 2018. Gran Bretaña culpó del envenenamiento a Rusia; Rusia ha negado sistemáticamente su implicación, aunque Putin se refirió a Skripal como una “escoria” y un “traidor”, su desprecio sugiriendo que Skripal había recibido su merecido.

Personal con equipo de protección investiga el envenenamiento con agente neurotóxico del exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia, en Salisbury, Inglaterra, en esta imagen de archivo de 2018. Crédito: Frank Augstein/AP/Archivo

El largo brazo del Kremlin también parecía evidente en el envenenamiento en 2006 de Alexander Litvinenko, un exagente ruso convertido en denunciante. Tanto una investigación británica de 2016 como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos concluyeron que los dos hombres que presuntamente envenenaron a Litvinenko, el exempleado del KGB y del FSB Andrei Lugovoi y el exoficial del ejército ruso Dmitri Kovtun, actuaban en nombre del Estado ruso.

Lugovoi llegó a ocupar un escaño en el Parlamento ruso. En 2015, Putin le concedió la medalla de la “Orden del Mérito”.

Este patrón de la historia, por lo tanto, refuerza un mensaje a todos los que trabajan para el Estado ruso y especialmente para su enorme aparato de seguridad e inteligencia, de que Rusia cuida de los suyos. Putin, después de todo, es un graduado de los servicios de inteligencia, y conoce el código de honor que es peculiar al mundo del espionaje ruso.

Pero, ¿qué nos dice este complejo acuerdo sobre el actual enfrentamiento de Rusia con Occidente? Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, las relaciones entre Moscú y Washington se encuentran en su punto más bajo. Pero las negociaciones que condujeron al intercambio del jueves muestran que los canales de comunicación entre funcionarios estadounidenses y rusos siguen abiertos.

Exclusiva: Paul Whelan dice a CNN que la muerte de Navalny en prisión es “extremadamente preocupante” para él

Sabemos, por ejemplo, que se estaba discutiendo un intercambio de prisioneros entre varios países que podría haber liberado al líder opositor ruso Alexey Navalny cuando éste murió en una prisión rusa en febrero. CNN informó que en esas conversaciones estaba implicado el oligarca ruso Roman Abramovich; la exsecretaria de Estado de Estados Unidos Hillary Clinton también apoyó las gestiones para liberar a Navalny.

E incluso con la guerra de Ucrania en pleno apogeo, altos generales estadounidenses y rusos han mantenido abiertas líneas de comunicación cruciales, en gran parte para evitar que Estados Unidos y Rusia se desvíen inadvertidamente hacia un conflicto abierto.

Sin embargo, el intercambio de figuras de la oposición rusa es también una especie de victoria para el Kremlin. Incluso en prisión, individuos como Vladimir Kara-Murza, que cumplía una larga porción de condena por traición, mantuvieron su prestigio internacional como presos de conciencia. Disidentes como la artista rusa Alexandra Skochilenko, condenada a siete años por una protesta que consistió en colocar mensajes contra la guerra en las etiquetas de los precios de una tienda de comestibles rusa, han puesto al descubierto lo absurdo de las draconianas leyes rusas sobre los medios de comunicación en tiempos de guerra.

El intercambio, al menos a corto plazo, significa que esas voces contrarias a la guerra están exiliadas y no son una amenaza para el sistema. La liberación de los rusos en el canje significa que el clima político de Rusia no es menos represivo.

Y en términos geopolíticos, poco cambia. Tras el intercambio de prisioneros, Occidente seguirá teniendo que enfrentarse a unos dirigentes rusos que han dejado claras cuáles son sus prioridades: proteger los intereses del Estado de seguridad y mantener una trayectoria de abierta hostilidad hacia Occidente.

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