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Un parásito afecta el cerebro de los lobos en el Parque de Yellowstone y cambia su comportamiento de manada

Alexandra Ferguson

(CNN) — Los lobos son animales que viven en manadas de grupos familiares dirigidos por una matriarca y su pareja. Algunos lobos permanecen con su manada toda la vida, ayudando a cazar y a criar a los cachorros como tíos y tías a medida que van madurando, pero otros se separan para encontrar una pareja y crear sus propias manadas.

Hay muchos factores que influyen en este tipo de comportamiento, como las peculiaridades de la personalidad y las relaciones familiares establecidas cuando son cachorros. Pero nuevos hallazgos científicos revelan una sorprendente influencia en la dinámica de las manadas de lobos: un parásito que controla la mente y hace que el lobo gris tenga un comportamiento más arriesgado.

Los investigadores descubrieron que los lobos grises del Parque Nacional Yellowstone infectados con un parásito conocido como Toxoplasma gondii eran más propensos a abandonar el grupo de lobos en el que habían nacido o a convertirse en líderes de la manada.

Las sorprendentes revelaciones podrían cambiar la comprensión de los científicos sobre la dinámica de las manadas de lobos y mejorar los esfuerzos de conservación de un depredador alfa que desempeña un papel importante en la salud de su ecosistema de montaña.

La toxoplasmosis, causada por el parásito T. gondii, es más conocida como una infección en los gatos, pero también afecta a los lobos y podría estar cambiando su comportamiento. Una manada de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone. (Crédito: Kira Cassidy/NPS)

Fuego cruzado bioquímico

Si alguna vez has tenido un gato, es probable que hayas oído hablar de la toxoplasmosis, una infección causada por T. gondii, un parásito unicelular. Su ciclo vital está estrechamente ligado a los gatos: debido a una actividad enzimática única, los intestinos de los gatos contienen un exceso de un ácido que el T. gondii necesita para reproducirse. Los parásitos se reproducen en los intestinos de los gatos, y luego estos eliminan los oocitos del parásito (células individuales que son una especie de huevos) en sus heces.

Cuando otros mamíferos o aves comen o beben algo contaminado por esos resistentes oocitos, también se infectan. Pero los intestinos de otros animales no tienen el contenido de ácido linoleico que T. gondii necesita para reproducirse, por lo que el parásito tiene que encontrar el camino de vuelta a un miembro de la familia de los gatos.

Los parásitos se introducen en el cerebro y el tejido muscular del huésped intermedio y cambian su comportamiento de forma que aumentan sus posibilidades de que un gato los coma. El mecanismo aún no está claro para los investigadores, pero el fenómeno es más conocido en roedores: los ratones infectados con T. gondii parecen perder su miedo inherente a los gatos y ya no evitan el olor de la orina de estos, según han demostrado los estudios. Estos atrevidos ratones son una presa fácil para un gato y, al comerlos, el felino recién infectado inicia de nuevo el proceso sin darse cuenta.

En lo que respecta a la supervivencia evolutiva, el T. gondii está optimizado para los gatos y sus presas, pero otros animales pueden quedar atrapados en el fuego cruzado bioquímico, con resultados similares de alteración del comportamiento. Incluso los humanos pueden verse afectados. Algunos cambios de comportamiento, como asumir riesgos en los negocios, la ira al volante e incluso la esquizofrenia, pueden estar asociados a una infección por T. gondii. Y ahora, un estudio reciente en la revista académica Communications Biology ha mostrado la primera evidencia del efecto de T. gondii en los lobos grises.

Un parásito que controla la mente podría estar afectando al comportamiento de los lobos grises del Parque Nacional de Yellowstone. Crédito: Kira Cassidy/NPS

Comportamiento arriesgado de los animales infectados

Los científicos han estado vigilando a los lobos en el Parque Nacional Yellowstone desde que la especie fue reintroducida allí en 1995. El comportamiento de la manada se observa mediante cámaras de monitoreo y sobrevuelos de aviones, y aproximadamente una cuarta parte de los lobos llevan collares de rastreo por radio y se someten a análisis de sangre. Estos análisis revelaron que algunos de los lobos están infectados con T. gondii, probablemente como resultado de compartir el espacio del hábitat con los pumas.

La presencia de T. gondii llamó la atención de los investigadores, entre ellos el coautor del estudio, Connor Meyer, estudiante de doctorado del Laboratorio de Ecología de Ungulados de la Universidad de Montana. Dado que el T. gondii suele influir en la tendencia de los animales a correr riesgos, Meyer dijo que él y sus colegas decidieron centrarse en el comportamiento audaz de los lobos, preguntándose: “¿Qué comportamientos podemos medir y hemos medido durante 25 años? Y luego, ¿cuáles de esos comportamientos creemos que pueden considerarse como arriesgados?”.

Un lobo se pone en peligro cuando abandona a su familia y se marcha para unirse o formar una nueva manada, así que los investigadores examinaron un cuarto de siglo de registros de dispersión de lobos y liderazgo de manadas, vinculados con los resultados de los análisis de sangre de todos los lobos del estudio.

El equipo del estudio descubrió algo sorprendente: “Un lobo que da positivo a toxoplasmosis tiene 11 veces más probabilidades de irse de la manada que un lobo que da negativo”, afirma la bióloga Kira Cassidy, investigadora asociada del Yellowstone Wolf Project y coautora del estudio. “Y convertirse en líder de la manada tuvo un impacto aún mayor: un lobo que era positivo tenía 46 veces más probabilidades de convertirse en líder de manada que un lobo que era negativo”.

Distribución y conservación de las manadas de lobos

Dados los patrones de comportamiento asociados al parásito T. gondii en otros animales, los investigadores sospechan que la toxoplasmosis es responsable de estas tendencias. “Suponemos que podría haber algún tipo de relación entre la audacia causada por la toxoplasmosis y el hecho de estar más dispuesto a abandonar su zona de residencia e ir al territorio de otro lobo y posiblemente ser asesinado”, dijo Meyer.

Christina Hansen Wheat, ecóloga del comportamiento de la Universidad de Estocolmo, dijo que le entusiasma ver más exploraciones del equipo de investigación.

“Una cosa que me interesaría mucho preguntar sería cómo afecta este parásito a otros comportamientos”, dijo Hansen Wheat, que no participó en el estudio. Hansen Wheat señaló que este comportamiento podría explicar que un lobo abandone su manada, pero se preguntó si otros comportamientos, como la agresividad, podrían estar presentes en su trato con sus compañeros de manada, lo que quizá les llevaría a ser “expulsados activamente”.

En definitiva, puede que los lobos infectados con toxoplasmosis no lleven al T. gondii a su huésped felino preferido, pero el parásito podría estar desempeñando un papel inesperado en la vida de las poblaciones de lobos. Hansen Wheat dijo que entender cómo se dispersan los lobos y cómo interactúan entre ellos, tanto por sí mismos como bajo la influencia de parásitos que controlan la mente, puede ayudarnos a satisfacer mejor sus necesidades.

“Cuanto más aprendamos sobre el comportamiento del lobo, mejor podremos entender cómo conservar la especie”, dijo.

— Kate Golembiewski es una escritora científica independiente con sede en Chicago con una fascinación por la zoología, la termodinámica y la muerte. Es presentadora del programa de comedia “A Scientist Walks Into a Bar”.

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