La migración inversa no es un fenómeno nuevo, pero las medidas para acelerarla ponen en mayor riesgo a las personas
Por Anabella Gonzalez y Sol Amaya, CNN en Español
En febrero, una niña venezolana de ocho años murió y 20 personas fueron rescatadas tras el naufragio de una embarcación en la zona del pueblo Guna Yala, Panamá, que transportaba a migrantes de Colombia y Venezuela de regreso a sus países. Las autoridades de Panamá informaron que el hecho se dio en el contexto de una migración inversa, ante la imposibilidad de ingresar a Estados Unidos.
Si bien no se trata de un fenómeno nuevo, especialistas consultados por CNN señalan que las políticas inmigratorias implementadas por el Gobierno del presidente estadounidense Donald Trump y la rapidez con la que se avanzó en medidas como las deportaciones masivas, han promovido además el fenómeno y dejado en evidencia los riesgos físicos y emocionales para quienes regresan a sus países de origen.
En el estado de Chiapas, en el sur de México, el escenario de los albergues en las últimas semanas era de camas vacías y una baja afluencia de migrantes.
Olga Sánchez, directora desde hace 30 años del refugio Jesús el Buen Pastor de Tapachula, dijo que era la primera vez que veía algo así. “He visto que los migrantes regresan y eso no había pasado nunca”, aseguró. CNN visitó ese mismo albergue en diciembre pasado, cuando la afluencia era tal que había personas que dormían en el piso. Ahora, la situación ha cambiado.
“Se han ido cualquier cantidad de personas, tanto para Honduras, Venezuela, El Salvador, Guatemala, Nicaragua… Muchas personas han abandonado el sueño”, dijo a CNN Mario Alejandro Betanco, migrante hondureño que estuvo en el refugio.
Lady Junek Vargas León, licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en migraciones, explica a CNN que la suspensión de programas como el “parole” humanitario, la eliminación del Estatus de Protección Temporal (TPS) para ciudadanos de algunos países, y la eliminación de la aplicación CBP One —que permitía a los migrantes solicitar citas para un proceso migratorio regular— han marcado una “diferencia significativa” en este fenómeno.
“Estas decisiones han acelerado los procesos de deportación y retorno, dejando a muchas personas sin alternativas viables y generando un impacto aún mayor en las personas migrantes”, dice Vargas León.
Con ese panorama coincidió Leticia Calderón, investigadora y especialista en procesos migratorios, quien habla de “un antes y un después de Donald Trump” en el fenómeno migratorio, con un cambio radical en la espera de los migrantes en el territorio mexicano a partir de las medidas implementadas tras el retorno del republicano a la Casa Blanca.
El temor por una posible deportación es la razón por la que, según dicen algunos migrantes que retornaron, deciden no seguir camino a Estados Unidos o, incluso una vez allí, volver a sus países de origen.
Es el caso de Yorvis Castillo, un ciudadano venezolano que vivió durante dos años en la ciudad de Houston, en Texas, de manera irregular. Él le contó a CNN que, debido a las medidas de Trump, decidió salir del país voluntariamente el 8 de febrero, por temor a ser detenido en cualquier momento por agentes de inmigración. “Siente uno que en cualquier momento te pueden agarrar, te pueden deportar”, aseguró.
Las personas que deben hacer el camino inverso de la migración en el contexto de las medidas de Trump enfrentan una serie de riesgos físicos, emocionales y sociales, explica la internacionalista Vargas. “Desde violencia, abuso y desprotección, hasta dificultades económicas y psicológicas. Los migrantes deportados o forzados a regresar se encuentran en una situación extremadamente vulnerable, agravada por las políticas migratorias restrictivas”, dice.
Agrega que el naufragio de la lancha en el Caribe de Panamá en el que murió la menor venezolana refleja uno de los tantos peligros que enfrentan quienes intentan regresar por diversas vías irregulares.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) establece que la reintegración es la reincorporación de una persona a un grupo o proceso, por ejemplo, de un migrante en la sociedad de su país de origen o residencia habitual, supone otro reto.
“Los retornados experimentan desafíos a su identidad no solo durante el tránsito y en la llegada a su destino, sino también durante el proceso de retorno y readaptación a sus comunidades de origen”, sostiene la OIM.
Esto implica que, al regresar a su país de origen, intervienen múltiples factores en su reintegración: desde las conexiones sociales y familiares hasta las estructurales, como una vivienda adecuada y el acceso a oportunidades en el mercado laboral.
A su vez, también es un reto para los países de origen: desafíos logísticos, de apoyo psicosocial y asistencia económica, que pueden presionar en sus propios recursos e infraestructuras, destaca Vargas León.
El 25 de febrero, el pueblo Guna Yala —donde ocurrió el naufragio de la embarcación— denunció que la creciente migración inversa en su territorio podría representar un problema para la región panameña de la costa atlántica sur, debido a la demanda de servicios y la falta de infraestructura.
Las tensiones diplomáticas entre países también son otro aspecto crucial en este fenómeno, dice Vargas León, como se vio en el caso del rechazo inicial de Colombia a recibir deportados en aviones militares, y que al final terminó aceptando, y las más recientes tensiones de EE.UU. y Venezuela por las deportaciones.
Algunos migrantes que pasaron años o incluso toda su vida en Estados Unidos, en muchos casos, no cuentan con documentos oficiales que les faciliten el retorno y la reintegración, señala Vargas. Menciona el caso de quienes, en busca de oportunidades, ya vivían en condiciones precarias en EE. UU., muchas veces en campamentos o en situación de calle.
José Adrián Díaz, migrante venezolano, dice que fue llevado hasta la frontera con México después de que agentes del Servicio de Inmigración de Estados Unidos lo detuvieron el 2 de febrero mientras trabajaba en la ciudad de Oklahoma. Luego decidió iniciar su regreso voluntario a casa en busca de sus seres queridos: “Ya estamos cansados de sufrir, ver muertos, gente durmiendo en la calle, ya estamos cansados de todo esto”, dijo.
Díaz aseguró que son muchos los venezolanos que han decidido regresar de manera voluntaria a su país, pero no tienen los recursos para hacerlo.
El Gobierno de Venezuela ha habilitado vuelos para retornados desde Estados Unidos y también suscribió un acuerdo migratorio con México para facilitar el retorno de venezolanos que no tienen recursos para regresar.
La OIM agrega que muchos retornados, independientemente de si regresaron voluntariamente a sus países de origen, también experimentan discriminación “siendo erróneamente estigmatizados como criminales deportados, lo que dificulta su reintegración”.
Frustración, inquietud, vergüenza, ansiedad y miedo son apenas algunos de los sentimientos que atraviesan los migrantes que retornan, dice la OIM. Consecuencias psicológicas comunes que, aseguran, afectan negativamente a los migrantes en su regreso, sobre todo a quienes pertenecen a grupos vulnerables o que han sido víctimas de violencia.
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Valeria León y Elvin Sandoval contribuyeron a este reporte.