Tras ataque en Siria en el que murieron dos soldados de EE.UU., Trump lidia con un aliado complicado y los ecos de Afganistán
Por Zachary Cohen, CNN
Cuando un atacante mató a dos militares estadounidenses y a un intérprete civil en Siria durante el fin de semana, el presidente Donald Trump prometió represalias “muy serias” contra los responsables.
Funcionarios de la administración Trump también se apresuraron a describir al agresor como un “atacante solitario” que era miembro de ISIS.
Sin embargo, un portavoz del Ministerio del Interior de Siria reconoció el sábado que el atacante pertenecía al servicio de Seguridad Interna del país.
Trump, así como los líderes sirios, no dudaron en distanciar al atacante del incipiente Gobierno del país árabe, que ha recibido un fuerte apoyo estadounidense en los últimos meses.
Días después, ISIS no ha asumido la responsabilidad del ataque y múltiples fuentes familiarizadas con la investigación, incluidos funcionarios estadounidenses y sirios, declararon a CNN que los vínculos del tirador con el grupo terrorista son menos claros de lo que ambos Gobiernos han afirmado públicamente.
El ataque demuestra cómo el nuevo régimen sirio sigue luchando contra elementos extremistas dentro del país, incluso entre miembros de su propio ejército, según las fuentes.
También es un eco de los llamados ataques “verde contra azul” que sufrieron las fuerzas estadounidenses en Afganistán, donde las tropas colaboraron con las fuerzas locales, pero sufrieron bajas mientras esa nación intentaba forjar un nuevo ejército.
Los indicios iniciales sugerían que el tirador tuvo vínculos con las fuerzas de seguridad sirias en algún momento, según un funcionario estadounidense.
No está claro si esos vínculos eran pasados o presentes, pero se están realizando esfuerzos para comprender mejor los antecedentes del individuo y las circunstancias del ataque.
Cientos de soldados estadounidenses permanecen en Siria como parte de una misión continua para erradicar a ISIS.
Los soldados caídos, el sargento Edgar Brian Torres Tovar, de 25 años, de Des Moines, Iowa, y el sargento William Nathaniel Howard, de 29 años, de Marshalltown, Iowa, fueron desplegados como parte de una rotación de la Guardia Nacional de Iowa.
Trump se reunirá con las familias de los dos soldados muertos este miércoles en la Base de la Fuerza Aérea de Dover para recibir los restos de los miembros del servicio, informó el martes la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
La misión que estaban cumpliendo esos soldados ha unido a la administración Trump con el nuevo régimen sirio, que tomó el control del país después de derrocar al Gobierno de Bashar al-Assad el año pasado.
Los funcionarios estadounidenses han invertido fuertemente en apoyar al nuevo presidente de Siria, Ahmed al-Sharaa, quien anteriormente dirigió un grupo designado como terrorista por Estados Unidos y por el que hasta hace poco había una recompensa de US$ 10 millones, pero que ha intentado transformar lo que había sido una fuerza de resistencia heterogénea en una autoridad gobernante en el país.
“El ejército (sirio) está compuesto por combatientes de la Revolución e incluye a personas de todos los orígenes, algunas con vínculos extremistas”, declaró un exfuncionario estadounidense que viajó recientemente a Damasco y se reunió con altos funcionarios sirios. “Están intentando hacer la transición, pero como lo demostró el ataque del otro día, todavía hay elementos extremistas en el país”.
Funcionarios estadounidenses y sirios han repetido en privado ese sentimiento, señalando que las fuerzas de la nación árabe están actualmente compuestas por una serie de combatientes de diferentes orígenes y con distintas opiniones y afiliaciones extremistas.
El portavoz del Ministerio del Interior, Nour Eddin al-Baba, declaró a la televisión estatal siria que el atacante había sido marcado para una revisión de seguridad y que los funcionarios del país habían alertado a la coalición internacional liderada por Estados Unidos contra ISIS en Siria sobre información preliminar “que indica una posible violación o ataques esperados de ISIS”.
“Sin embargo, las fuerzas (de la coalición) no tomaron en cuenta las advertencias sirias”, añadió al-Baba.
Pero la fuente con conocimiento de los actuales esfuerzos de cooperación entre Estados Unidos y Siria cuestionó el conocimiento que probablemente tenía el nuevo Gobierno sobre las tendencias extremistas del atacante.
“¿Cómo podrían saberlo cuando esas tendencias son comunes entre las fuerzas de seguridad llamadas ‘ejército sirio’?”, subrayó la fuente.
Las autoridades sirias han buscado reforzar la asociación del Gobierno con Estados Unidos después del ataque, y las autoridades arrestaron a cinco sospechosos en relación con la emboscada, según el Ministerio del Interior del país.
Aun así, el reciente tiroteo recuerda un gran desafío al que se enfrentaron las fuerzas estadounidenses y de la OTAN hacia el final de otro conflicto en Oriente Medio: la guerra en Afganistán.
Los llamados “ataques de verde contra azul”, en los que individuos de seguridad afganas deshonestos mataron a militares de la coalición militar liderada por la OTAN, aumentaron significativamente en los últimos años de esa guerra, durante un período en el que Afganistán intentaba desesperadamente reclutar y entrenar una fuerza militar en crecimiento.
Tras el tiroteo del sábado, ni los funcionarios sirios ni los estadounidenses parecen dispuestos a reconocer que la amenaza a las tropas estadounidenses que actualmente operan dentro del país se extiende mucho más allá del propio ISIS.
“Nadie quiere abordar la cuestión de cuántos ‘potenciales solitarios atacantes’ hay integrados en la mezcolanza de yihadistas que componen el ejército sirio”, comentó a CNN una fuente con conocimiento directo de los desafíos de seguridad que enfrenta el nuevo gobierno de Siria.
El Pentágono no respondió a una solicitud de comentarios sobre las conexiones del atacante con las fuerzas de seguridad sirias.
La administración Trump ha dejado claro que respalda a al-Sharaa como el nuevo líder de Siria, presentando sus vínculos extremistas como algo del pasado y enfatizando su asociación para atacar a ISIS en la región.
En noviembre, al-Sharaa se convirtió en el primer jefe de estado de Siria en visitar la Casa Blanca.
“Es un líder muy fuerte”, declaró entonces el presidente Donald Trump a la prensa, calificándolo de “un tipo duro desde una posición dura”.
La visita se produjo después de que Estados Unidos levantara parcialmente las sanciones contra Siria, lo que marcó un cambio importante en las relaciones entre ambos países.
Trump expresó un apoyo similar a al-Sharaa tras el ataque del sábado contra las fuerzas estadounidenses, destacando la cooperación de Estados Unidos con las fuerzas sirias. “Siria, por cierto, luchaba junto a nosotros”, manifestó Trump y añadió que el nuevo presidente sirio está “devastado por lo sucedido”.
Pero el esfuerzo concertado de la administración Trump para distinguir al atacante solitario como miembro de ISIS ha sido visto por algunos como un intento por desviar la atención del complicado panorama del reclutamiento de las fuerzas de seguridad sirias.
“Sería devastador para el lado estadounidense admitir que alguien de las fuerzas de Sharaa hizo esto”, indicó la fuente con conocimiento de la actual situación de seguridad de Siria.
Afrontar esas difíciles realidades plantea un desafío tanto para Estados Unidos como para el nuevo Gobierno de Siria durante el actual período de transición en el que los servicios de seguridad del país están siendo sometidos a una revisión completa.
Mientras tanto, el ejecutivo de al-Sharaa está recurriendo a una combinación de combatientes, tanto sirios como nacidos en el extranjero, para llenar el vacío.
El reciente ataque mortal se produce un mes después de que Siria se uniera a la coalición liderada por Estados Unidos contra ISIS, que se formó en 2014, y que ha llevado a cabo operaciones militares contra ISIS en Siria e Iraq con la participación de múltiples países.
Las tropas estadounidenses han operado durante años en diversos lugares de Siria, entrenando a las fuerzas aliadas del país en el marco de la lucha más amplia contra ISIS.
El personal estadounidense también ha sido objeto de ataques en el pasado. El incidente del sábado es el más mortífero desde una explosión en 2019 que afectó a una patrulla y causó la muerte de dos militares y dos civiles estadounidenses.
Pero los funcionarios estadounidenses y sirios están actualmente inclinados a mitigar cualquier preocupación persistente sobre la amenaza que representan para los soldados estadounidenses los miembros de esas fuerzas asociadas en Siria mientras el nuevo Gobierno continúa su transición, comentaron las fuentes.
Reconociendo que la realidad significa que la actual política estadounidense tendría que ser revisada, la fuente familiarizada con la situación de seguridad señaló que, en cambio, los funcionarios de Trump están redoblando la apuesta en la narrativa de que el reciente ataque fue llevado a cabo por ISIS.
Al mismo tiempo que siguen existiendo preocupaciones de seguridad para las fuerzas estadounidenses, al-Sharaa está asumiendo un riesgo al asociarse con tropas estadounidenses y de la coalición para contrarrestar a ISIS en Siria, según un informe reciente del Middle East Institute.
“Esta decisión conlleva un riesgo considerable para al-Sharaa, tanto desde la perspectiva de la seguridad como de la política interna, y parece reflejar un compromiso de colaboración y priorización de los vínculos con las instituciones estadounidenses y occidentales en la consecución de objetivos de seguridad compartidos. La seguridad nacional sigue siendo un desafío importante para el Gobierno en ciernes”, afirma el informe, elaborado por un grupo de expertos que incluía al exjefe del Comando Central de EE.UU., el general retirado Joseph L. Votel.
El informe también señala que “la presencia continua de combatientes extranjeros en las filas del Ejército sirio ha sido motivo de preocupación internacional”, un reflejo de cómo la transición en curso del nuevo Gobierno está afectando sus esfuerzos por entrenar a las fuerzas de seguridad.
“Por ahora, entre 2.000 y 3.000 combatientes no sirios han sido integrados en una unidad dedicada del Ministerio de Defensa, la 84 División, con luz verde tácita de Estados Unidos”, indicó.
Katie Bo Lillis y Eyad Kourdi de CNN contribuyeron a este informe
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