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Estamos en una economía de “viento frío”, donde las cosas parecen peores de lo que son

Análisis por David Goldman, CNN

La mayoría de los estadounidenses coincide: la economía apesta en este momento.

Prácticamente todas las encuestas de confianza del consumidor y los sondeos políticos apuntan a ese tema. La gente siente que su dinero ya no rinde como antes y que el costo de vida sube más allá de sus posibilidades.

Hay solo un problema: esa parte no es cierta.

La mayoría de los estadounidenses recibe aumentos salariales que superan la inflación general. Y ni siquiera es una tendencia nueva: ocurre cada mes desde junio de 2023.

Entonces, ¿por qué la gente se siente tan mal con sus finanzas si en realidad se está volviendo más próspera?

Hay varios factores clave en juego, y la mayoría nos afecta más en la mente que en el bolsillo:

  • Los aumentos de sueldo se reducen a medida que la inflación vuelve a incrementar.
  • La pandemia afectó nuestra psicología colectiva: los estadounidenses tuvieron una breve sensación de seguridad financiera que se erosionó rápidamente durante la crisis inflacionaria.
  • Los precios de productos que no se pueden dejar de comprar están subiendo mucho más rápido que la inflación general.
  • Y los estadounidenses con mayores ingresos están sesgando los datos.

Así que esta es la economía con “sensación térmica”: se siente peor de lo que realmente está. Para muchos estadounidenses, es muy desagradable.

La crisis inflacionaria tuvo un impacto considerable en los bolsillos de los estadounidenses. Entre marzo de 2021 y junio de 2023, la inflación superó el crecimiento de los salarios —en ocasiones por un margen histórico—.

Pero la tendencia empezó a revertirse a mediados de 2023, y desde entonces a muchos les ha ido mejor. Sus aumentos de sueldo comenzaron a superar las alzas de precios, y los ingresos crecieron en todos los grupos de ingresos —no solo entre quienes ganan más—.

Esa brecha comenzó a ampliarse sustancialmente hacia el final del mandato del expresidente Joe Biden y alcanzó su punto máximo más reciente en abril de 2025, cuando los salarios crecieron 4,1 % en los 12 meses previos, mientras que los precios aumentaron solo 2,3 % en el mismo período.

Pero la brecha se ha reducido considerablemente en los últimos meses. La inflación se ubicó en 3 % en septiembre, mientras que las ganancias salariales fueron de 3,8 %. El ingreso medio de los estadounidenses en edad laboral se desaceleró a niveles cercanos a los mínimos de la última década este año al ajustarse por inflación, según informó JPMorgan.

Aunque los trabajadores estadounidenses aún van adelante, pueden ver la inflación acercándose cada vez más por el retrovisor. La percepción general de que el dinero ya no rinde como antes no está del todo respaldada por los datos, pero empieza a sentirse así a medida que los precios vuelven a subir.

Durante la pandemia, millones de estadounidenses tuvieron por primera vez una sensación de seguridad financiera. No gastaban en viajes, gasolina, restaurantes ni en otros rubros. Sus ahorros engordaron por lo que no gastaron, y recibieron un impulso adicional gracias a los históricos estímulos del Gobierno.

Los salarios superaron a la inflación por márgenes récord: en mayo de 2020, los sueldos promedio crecieron 7,5 % en los 12 meses previos, mientras la inflación se situó en solo 0,1 %. Durante un año, los estadounidenses ganaron un poder adquisitivo notable. El “gasto por revancha” se volvió tendencia en redes sociales y la confianza del consumidor se disparó.

Con ahorros abundantes y fuertes aumentos, muchos esperaron ganar lo suficiente para alcanzar el sueño americano. Pero cuando la pandemia dio paso a la crisis inflacionaria, los estadounidenses descubrieron que las reglas del juego habían cambiado.

El mercado de la vivienda se paralizó y los últimos bastiones de vivienda barata desaparecieron: los boomers no se estaban mudando a casas más pequeñas, las viviendas iniciales se vendían por cientos de miles de dólares por encima del precio pedido, las casas de un millón de dólares en ciudades de clase media se volvieron algo común y las tasas hipotecarias empezaron a subir.

La relación entre salarios e inflación se invirtió y, en el pico inflacionario de junio de 2022, los precios subieron 9,1 % en los 12 meses previos —un máximo de cuatro décadas— mientras que los salarios solo crecieron 4,8 %.

El buen momento se desvaneció rápidamente. El sólido crecimiento del gasto, que se mantenía hasta 2023, cayó en picada y ahora apenas se sostiene.

“Personas en todo el espectro de ingresos estaban gastando; estaban viviendo una vida bastante buena”, dijo Heather Long, economista jefe de Navy Federal Credit Union. “Y luego ves el declive directo para el 80 % inferior, para la gran mayoría de Estados Unidos”.

La seguridad financiera que muchos estadounidenses creyeron que podrían lograr se siente aún más lejana que antes de los aumentos salariales de hace algunos años.

Aunque los aumentos salariales superan la inflación general, los precios que más rápido están subiendo son precisamente los más difíciles de asumir para los estadounidenses.

Los alimentos, la electricidad, el cuidado infantil, los precios de las viviendas y los alquileres han crecido por encima de los salarios a lo largo de esta década. Todos esos rubros tienen un punto en común: son gastos regulares que no se pueden evitar.

Los salarios en Estados Unidos han aumentado 29 % en lo que va de la década. Pero los precios del supermercado y del cuidado infantil subieron 30 % en los últimos cinco años. La electricidad se ha encarecido 38 %. El alquiler ha subido 30 % y los precios de las casas se han disparado 55 %, según la Oficina de Estadísticas Laborales.

Se puede decidir no comprar un televisor nuevo o no hacer un viaje. Se puede reducir el gasto en las fiestas —y muchos estadounidenses lo han hecho—. Pero si lo que sube de precio son las necesidades básicas, el golpe se siente aún más.

Así como no todos los precios son iguales, las situaciones financieras tampoco lo son. Para los estadounidenses con mayores ingresos que tienen dinero invertido en un mercado bursátil en auge y patrimonio en sus viviendas, la seguridad financiera ha aumentado notablemente en los últimos años. Pero eso no aplica para los estadounidenses de menores ingresos, un grupo que crece rápidamente y que vive de cheque en cheque.

Los datos de depósitos de Bank of America ilustran esa brecha: los salarios de los hogares con mayores ingresos crecieron 4 % interanual en noviembre, el nivel más alto desde octubre de 2021 y muy por encima de la inflación de 3 %. Pero los salarios de los hogares de ingresos medios solo subieron 2,3 % y los de menores ingresos apenas 1,4 %, la mitad del ritmo de la inflación.

Aunque esas cifras aún no aparecen plenamente en los datos económicos generales, hay pruebas suficientes de que los estadounidenses con menos ingresos están teniendo dificultades. Varias cadenas minoristas que atienden a consumidores de clase media y de bajos ingresos han dicho que sus clientes están yendo menos y gastando menos cada vez que compran. Esa tendencia continuó al comienzo de la temporada de compras navideñas.

Pero Walmart y Costco, que atraen a estadounidenses de clase media que buscan ahorro, están creciendo con fuerza.

“Esta es la economía Costco”, dijo Long. “La gente necesita ahorrar”.

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