Insomnio, ansiedad y kits de emergencia: la incertidumbre afecta la rutina de los venezolanos en plena tensión con EE.UU.
Por Osmary Hernández, CNN en Español
Las calles de Caracas están decoradas con luces navideñas. El sonido de las gaitas decembrinas se escucha por todos lados. Las rutinas parecen intactas: niños que van a la escuela, adultos que acuden al trabajo, vendedores que abren sus negocios. Sin embargo, debajo de esa fachada comienza a crecer la ansiedad, el miedo, la frustración e incluso las medidas de prevención ante un posible ataque en medio de la tensión entre Estados Unidos y Venezuela.
Una mujer que pidió ser identificada como Victoria por temor a represalias, vive sola en el oeste de Caracas desde que sus dos hijos salieron del país y actualmente se dedica al comercio. Describe su rutina en los últimos meses como un tiempo marcado por la incertidumbre, en el que cada día surge una novedad que la inquieta y le roba la paz mental.
Si bien no ha dejado de cumplir con sus actividades, Victoria confiesa que ese estado de alerta, ante la interrogante de qué podría pasar, le ha alterado el sueño.
En ocasiones dice que se levanta en la madrugada y comienza a revisar las noticias en su teléfono. Lo hace pese a reconocer que no le hace bien porque luego le cuesta más volver a dormirse.
“Hay una confrontación en la que nosotros, los ciudadanos de a pie, no tenemos nada que ver”, dice, en referencia al conflicto entre la administración del presidente Donald Trump con el país. “Tratamos de llevar nuestra vida cotidiana adelante, tratamos de llevar nuestras actividades diarias adelante, pero eso siempre se ve interrumpido por toda la situación que se está viviendo y que indudablemente afecta”.
Victoria dice que tiene que tomar pastillas naturales para poder dormir, que no quiere ni hablar con nadie y que llegó a sentir malestares físicos como consecuencia. “Solo los que estamos en estos zapatos lo sentimos”, asegura.
Los venezolanos son personas “trabajadoras, de buena fe. No merecen todo lo que nos está pasando”, asegura Victoria.
La prolongada tensión política entre Venezuela y Estados Unidos ha tenido un efecto directo sobre la salud mental de los venezolanos en los últimos meses. Así lo advierte Yorelis Acosta, psicóloga clínica y social, coordinadora de investigaciones del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la Universidad Central de Venezuela, quien asegura que “no hay una sola forma de procesar lo que nos está sucediendo”.
Acosta explica que la manera en que cada persona percibe y asume la crisis depende, entre otros factores, del lugar donde vive y de su conexión con el entorno. “No es lo mismo un venezolano del (estado) Táchira o del Zulia, que vive en la frontera, que uno de Caracas”. Y dice que también hay que pensar en los que están fuera del país, muchos de los cuales sienten que Venezuela “está en guerra o totalmente militarizada”, cuando la realidad es otra.
Según la especialista, las percepciones varían entre quienes prefieren mantenerse al margen y enfocarse en su vida cotidiana y aquellos que viven hiperconectados, a veces sobreinformados o desinformados, y sufren altos niveles de ansiedad e insomnio.
Su recomendación principal frente a la sobrecarga informativa es mantener una relación sana con las noticias y las redes sociales. “Hay que informarse, sí, pero de fuentes confiables y durante un tiempo limitado. No podemos pasar todo el día en hiperconexión. También hay que hacer pausas, moverse, respirar, priorizar el bienestar físico y mental”, dice Acosta.
Algunas personas, como Yanitza Albarrán, se enfocan en mantener la rutina y la paz. Mientras acompañaba el primero de diciembre una marcha a favor del presidente Nicolás Maduro, Albarrán le dijo a CNN que está comprometida con la libertad, la paz y también con la revolución, que en su opinión está representada por el mandatario.
“Las madres llevan sus hijos a las escuelas, las mujeres salimos a trabajar, vamos a dar clases a las universidades. Los campesinos están sembrando, los comerciantes están vendiendo. Nuestro país está en paz porque lo garantiza nuestro presidente Nicolás Maduro y toda la Fuerza Armada Nacional”, aseguró, antes de reincorporarse a la movilización. Ese día, al ritmo de “No war, yes peace”, la consigna del presidente, varias personas marchaban, apoyando la postura que sostiene el Gobierno: vida normal, Venezuela intocable.
Pero no todos lo viven de esa manera y a la crisis económica y la tensión política se le suma la llegada de Navidad. “Para algunos, diciembre es motivo de celebración. Pero para otros, es un recordatorio de ausencias. Muchos extrañan a sus familiares que están fuera o enfrentan la pérdida de seres queridos”, dice la psicóloga Acosta.
Y esto se pone aún más complejo en una Venezuela cada vez más aislada.
En medio de la creciente tensión, el pasado 21 de noviembre la Administración Federal de Aviación (FAA) de EE.UU. instó a “extremar la precaución” al sobrevolar Venezuela y el sur del Caribe ante la que considera “una situación potencialmente peligrosa”. Tras este aviso, varias aerolíneas suspendieron sus vuelos desde y hacia el país. Las autoridades venezolanas, tras haber dado un plazo de 48 horas a estas compañías para reanudar sus operaciones, decidió cancelarles los permisos de vuelo en el país.
Cuando Victoria leyó la noticia, sintió “un derrumbe total” y “la mayor tristeza”. Varias puertas se cerraron así de golpe para un viaje que ella describe como parte de un plan de vida que se establece como consecuencia de la migración, en este caso de sus hijos. “Siempre se planifica el reencuentro a costa de un sacrificio económico”, dice. El anuncio casi sepultó esa posibilidad de visitar a su hija en Francia, algo que no hace desde hace dos años y que representaba la oportunidad de poder pasar por primera vez una Navidad con ellos en ese país.
“Sentí que se me vino el mundo encima al conocer la noticia”, confiesa y dice sentir un gran miedo al ver que el país se queda con cada vez menos conexiones al mundo. Aún explora salidas vía Colombia, Panamá o Curazao para lograr el reencuentro familiar, aunque le acompaña el temor de si efectivamente, por insistir, corre un riesgo al tomar un avión bajo las actuales circunstancias.
Muchos enfrentan ahora las dificultades de un reencuentro familiar para las fiestas, ya que cerca de 8 millones de venezolanos viven fuera del país y diciembre suele ser el momento oportuno para ver a sus seres queridos.
Luis Rosas es ingeniero y vive en Brasil. Tenía planeado pasar parte de diciembre en Venezuela, para festejar, además, los 80 años de su mamá. A medida que se acercaba la fecha, la sensación, en lugar de ser de alegría, era de preocupación y de dudas constantes sobre si tenía o no sentido viajar en medio de la coyuntura. A esto, dice, se suma la preocupación por la familia, por los amigos y, en particular, por su mamá.
Para Rosas, pese a la inestabilidad nacional, la familia, y en particular, su madre, siempre es el principal imán para regresar a casa y reconectar con las raíces.
“Desgraciadamente una situación como esta lo que genera es zozobra, frustración, malestar. Porque, al fin y al cabo, son situaciones que no dependen de uno, pero que lo afectan todo”, asegura. Finalmente, luego de analizar el contexto y pensando también en la seguridad de su familia y de su hijo decidió no viajar a Venezuela esta Navidad, con toda la frustración que eso conlleva.
El temor no solo afecta en lo emocional, sino que, en algunos casos, lleva a tomar medidas concretas. En algunos planteles educativos privados de Caracas, CNN tuvo acceso a circulares dirigidas a padres y representantes en las que se solicita el envío de un “kit de emergencia individual” por alumno que deberá permanecer en el colegio durante el año escolar. El kit debe contener agua, alimentos no perecederos, artículos de higiene y medicamentos, en caso de ser necesarios, así como linternas.
El argumento para esta solicitud es que se hace en caso de que, por alguna razón, se requiera que el estudiante pase la noche en el plantel y en especial por si se presenta un evento sísmico. Sin embargo, una representante que habló con CNN y que pidió resguardo de su identidad, por temor a posibles consecuencias, considera que la comunicación busca estar preparados ante otros escenarios vinculados con las tensiones entre Caracas y Washington.
Desde que comenzaron los ataques estadounidenses a embarcaciones en el Caribe y el Pacífico el 2 de septiembre, Trump ha deslizado en reiteradas oportunidades la posibilidad de que haya un operativo en territorio venezolano, aunque no se ha dicho si esto se concretará o cuándo podría ocurrir.
Ese panorama de incertidumbre ha llevado a algunas empresas a tomar medidas preventivas también. Algunos empresarios con los que pudo conversar CNN y que no quisieron ser identificados por temor a represalias dijeron mantener un monitoreo constante de la vialidad en distintas zonas del país para garantizar la distribución de sus productos, así como realizar ensayos de comunicación con sus empleados para alertarles en caso de alguna situación extraordinaria. También reconocen que se ha incrementado la cantidad de informes sobre las noticias cada día, varias veces al día, para evaluar de forma permanente los escenarios.
Así, poco a poco se abren grietas en las rutinas de los venezolanos y aflora una preocupación cada vez más intensa, ante la incertidumbre de cuáles serán los próximos pasos de esta tensión en escalada y cómo afectarán la vida de los ciudadanos.
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