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El avión espacial secreto de China regresó a la Tierra. ¿Su misión? Desconocida

Julia Hernández

(CNN) — Una “nave espacial experimental reutilizable” china, que se cree que es el avión espacial secreto del país, aterrizó de nuevo en la Tierra tras más de ocho meses en órbita, el último acontecimiento en una carrera en gran medida encubierta entre Estados Unidos y China para perfeccionar dicha tecnología.

La nave china se puso en órbita el pasado diciembre -dos semanas antes del último lanzamiento del avión espacial sin tripulación Boeing X-37B del ejército estadounidense- en la tercera misión orbital conocida de una nave espacial china de este tipo.

Unos 268 días después, la nave regresó a un lugar de aterrizaje sin nombre, según un breve anuncio del 6 de septiembre de la agencia estatal de noticias Xinhua, que declaró su misión de prueba un “éxito completo”.

El desarrollo del vehículo por parte de China, del que se sabe muy poco públicamente, se produce tras los últimos años de lucha por alcanzar a EE.UU., durante mucho tiempo la potencia espacial preeminente del mundo, por el dominio en órbita y más allá.

Esto es lo que sabemos, y lo que no, sobre el avión espacial chino.

¿Qué es un avión espacial? ¿No es tecnología antigua?

El término “avión espacial” a menudo evoca el transbordador espacial de la NASA, que voló en 135 misiones desde 1981 hasta 2011, llevando astronautas a la órbita y ayudando a construir la Estación Espacial Internacional. También puede recordar al malogrado transbordador espacial Buran de la Unión Soviética, que completó con éxito un vuelo sin tripulación en 1988 antes de ser descontinuado.

Sin embargo, se cree que los aviones más nuevos que actualmente están siendo probados en órbita por Estados Unidos y China son más pequeños que el transbordador y no están tripulados. El X-37B de Estados Unidos es operado por el ejército, mientras que China no ha aclarado si el programa, que se presume está vinculado a su nave espacial recientemente aterrizada, es de naturaleza civil o militar.

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Los aviones espaciales suelen ser naves reutilizables similares tanto a un avión como a una nave, ya que pueden volar en la atmósfera terrestre y en el espacio. Tanto la nave espacial china que regresó recientemente a la Tierra como la estadounidense X-37B, que ha realizado siete misiones desde su debut en 2010, se lanzan al espacio exterior en cohetes, pero aterrizan como aviones en pistas de aterrizaje, según los expertos.

Los aviones espaciales son valorados por su potencial para llevar a cabo una serie de misiones en órbita y ayudar a los países a responder rápidamente a los desarrollos en el espacio, al tiempo que avanzan en la tecnología de naves espaciales reutilizables que podrían utilizarse para viajes humanos más regulares en el futuro.

El transbordador espacial Columbia despega del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida el 12 de abril de 1981, marcando el primer vuelo del programa estadounidense de transbordadores espaciales. (Crédito: Hulton Archive/Getty Images)

“No es de extrañar que los chinos estén muy interesados en nuestro avión espacial y nosotros en los suyos”, declaró a la prensa el General Chance Saltzman, Jefe de Operaciones de la Fuerza Espacial estadounidense, en una conferencia celebrada en diciembre.

“Es una capacidad – la capacidad de poner algo en órbita, hacer algunas cosas, traerlo a casa y echar un vistazo a los resultados es poderosa”.

¿Qué sabemos del programa chino de aviones espaciales?

No demasiado.

China nunca ha dicho qué tecnologías específicas ha probado la nave espacial, ni ha publicado ninguna fotografía de ella, desde que comenzó a funcionar en órbita en 2020.

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Un video compartido en el canal de redes sociales del contratista respaldado por el Estado, China Aerospace Science and Technology Corporation, anunciaba el aterrizaje de la nave espacial el 6 de septiembre y mostraba un banner en lugar de imágenes. El texto decía: “Demasiado avanzado para mostrarlo”.

Ni siquiera el nombre de la nave que aterrizó en la Tierra ha sido confirmado por el gobierno chino, aunque los observadores sospechan que se trata del avión espacial “Shenlong”, que lleva dos décadas en desarrollo.

Otros proyectos de aviones espaciales en desarrollo en los últimos años en China se han descrito pública y oficialmente como proyectos civiles, mientras que el propósito oficial de Shenlong sigue sin confirmarse, según los expertos.

Tampoco se sabe si se trata del mismo vehículo de la misma serie que completó dos misiones anteriores: la primera en 2020 duró dos días y la segunda, a partir de 2022, 273. Los analistas creen que todas ellas terminaron con aterrizajes en las secretas instalaciones militares de Lop Nur, en Xinjiang, en el extremo noroeste del país.

Un anuncio oficial tras su lanzamiento el 14 de diciembre afirmaba que la nave espacial “llevaría a cabo la verificación de tecnología reutilizable y experimentos de ciencia espacial según lo planeado, proporcionando apoyo técnico para el uso pacífico del espacio”.

Sin embargo, los observadores espaciales pueden seguir -mediante datos de código abierto, imágenes y mediciones de posición- lo que el vehículo ha estado haciendo en el espacio, incluido el seguimiento del lanzamiento de lo que dicen que es un presunto “subsatélite” a finales de mayo y sus aparentes esfuerzos por maniobrar alrededor del objeto. Se trata de ejercicios similares a los realizados en misiones de prueba anteriores.

“Esta capacidad de maniobrar cerca de otro objeto podría utilizarse para la inspección de activos espaciales, o potencialmente la limpieza de desechos en las órbitas. Pero también podría utilizarse con fines nefastos, como la interceptación de señales o el daño físico de otras naves”, explicó Juliana Suess, investigadora sobre seguridad espacial del Royal United Services Institute (RUSI, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos en defensa con sede en Londres.

¿Existen aplicaciones militares?

El desarrollo del avión espacial chino se produce en un momento en que cada vez más países prestan atención a las crecientes conexiones entre la seguridad en la Tierra y en el espacio, y compiten por las denominadas tecnologías antiespaciales con potencial para perturbar o incluso destruir los activos de los adversarios en el espacio.

China ha sido explícita en anuncios recientes sobre los fines pacíficos de la nave espacial y sus otros esfuerzos en el espacio, aunque los analistas afirman que se encuentra entre las potencias mundiales que están desarrollando capacidades antiespaciales.

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El anuncio de los medios de comunicación estatales sobre el aterrizaje de la nave espacial decía que “allanaría el camino para métodos de ida y vuelta más convenientes y asequibles para el uso pacífico del espacio en el futuro”.

Los analistas afirman que no hay pruebas de que el avión espacial chino esté siendo diseñado para actuar como arma contraespacial, pero que la información y las capacidades obtenidas en sus misiones podrían tener aplicaciones de doble uso.

El avión espacial X-37B del ejército estadounidense despega en su séptima misión en órbita a bordo de un Falcon Heavy de SpaceX este viernes 28 de diciembre. (Crédito: Joe Skipper/Reuters)

“Todo lo que China aprenda del funcionamiento de su avión espacial, independientemente de su finalidad principal, beneficiará a sus esfuerzos contraespaciales”, afirmó Clayton Swope, subdirector del Proyecto de Seguridad Aeroespacial del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.

“Además de madurar las tecnologías espaciales, permite a China madurar su memoria muscular para operar en el espacio. Es preocupante cómo China podría aplicar esos aprendizajes a las armas contraespaciales”, afirmó.

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¿Cómo se compara con el avión espacial estadounidense X-37B?

Es difícil comparar el avión espacial chino con el X-37B estadounidense, debido al alto grado de secretismo que rodea a ambos programas.

El X-37B lleva en funcionamiento muchos años más que el avión espacial chino y ha permanecido en órbita bastante más tiempo, un récord establecido durante su sexta misión de un viaje de 908 días antes de regresar a la Tierra en noviembre de 2022.

La Fuerza Espacial de Estados Unidos, que supervisa el X-37B, lo describe como una nave espacial reutilizable y sin tripulación que “fortalece el futuro de Estados Unidos en el espacio mediante la realización de experimentos tecnológicos que aceleran el desarrollo de capacidades de próxima generación.”

Su última misión incluye pruebas que operan en nuevas regiones de la órbita, experimentan con tecnologías de conciencia del dominio espacial para vigilar objetos en el espacio, e investigan los efectos de la radiación en materiales de la NASA, incluidas semillas de plantas, ha dicho la fuerza.

Pero los observadores también han planteado dudas sobre las actividades del avión espacial, incluido su propio despliegue de múltiples satélites pequeños.

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El nivel de secretismo en torno al despliegue de esos satélites “puede indicar que forman parte de un programa de inteligencia encubierto, pero también puede indicar el ensayo de tecnologías o capacidades ofensivas”, señalaba en un informe reciente la fundación independiente estadounidense Secure World Foundation, al tiempo que apuntaba a “un comportamiento similar en cuanto a despliegues secretos” del avión espacial Shenlong.

Los observadores también señalan que es probable que China esté utilizando el programa estadounidense como punto de referencia para el suyo propio.

“El hecho de que ahora dispongan de una nave espacial reutilizable por sí sola (y) el hecho de que estuviera en el aire durante tanto tiempo y regresara sana y salva demuestra lo lejos que han llegado”, declaró Brendan Mulvaney, director del Instituto de Estudios Aeroespaciales de China, un grupo de expertos de la Fuerza Aérea estadounidense, al destacar la afirmación china del éxito de la misión a principios de este mes.

“Todo ello significa que están dedicando tiempo, esfuerzo e inversiones para que funcione. China es la indiscutible segunda potencia espacial y aspira a acortar distancias con Estados Unidos en los ámbitos militar, comercial y científico, todo al mismo tiempo”, afirmó.

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